¡LLEGA LA PRIMAVERA!
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El mes de Marzo nos invita a vivir con los cinco sentidos bien abiertos. Es posible que empiece con frío, lluvia y nieve y se nos olvide que el día 20 llega la primavera.
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La naturaleza sigue su curso y habrá una explosión de vida cuando menos lo esperemos. Los árboles se llenaran de yemas y de flores. Muchos animales saldrán a cazar con sus crías. Veremos muchos arco iris este mes. Los días se irán haciendo más largos y el sol será como un cálido manto que nos envolverá; nuestros huesos lo agradecerán, después del frío y la humedad del invierno.
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Algo semejante nos ocurre en la vida espiritual. Pasamos inviernos. A veces inviernos muy largos, pero la primavera sigue su curso en nuestro interior. Así nos lo anuncia el profeta Isaías de parte de Dios: “No os acordéis de antaño. No os preocupéis de lo pasado. Mirad, yo voy a hacer algo nuevo. Ya está brotando ¿No lo notáis?” (43, 18-19)
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¿Qué está brotando en nuestra vida?
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Durante muchos años nos acostumbraron a buscar afanosamente lo negativo. Nos educaron para detectar el pecado en nuestra vida, ponerle nombre, arrepentirnos, confesarnos, proponernos cambiar y…
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Y una y otra vez hemos repetido el proceso, como si estuviéramos atrapados en una rueda que gira sobre sí misma sin parar.
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Esta cuaresma ¿por qué no centramos nuestra atención en la vida y la belleza que albergamos? ¿Por qué no nos fijamos en esos pequeños tallos que han ido apareciendo en nuestra vida, para cuidarlos con mimo y facilitar su crecimiento?
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¿Por qué no hacemos con nuestra vida interior lo mismo que hacemos al cuidar la naturaleza? Quitamos las malas hierbas, preparamos la tierra y luego… todo el esfuerzo se centra en la siembra y en seguir con atención y cuidado el proceso de crecimiento hasta que nazcan los frutos.
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Ojalá esta cuaresma sea más primaveral. Que la vivamos contemplando cómo nacen los tallos y las flores. Que nos identifiquemos con esos árboles que, tras perder la hoja y quedarse desnudos en invierno, ahora muestran el potencial de vida que llevaban en su interior.
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Que cuando vayamos por la calle o por el campo nos detengamos a oír el canto de los pájaros y las aves, un canto que muchas veces va unido a un vuelo delicado con el que se invitan al apareamiento.
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Que cerremos los ojos, de vez en cuando, para percibir los nuevos olores que nos ofrece la naturaleza en primavera.
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Que nuestras manos, que tocan tantas horas al día todo tipo de aparatos electrónicos, puedan acariciar las flores y la hierba, conscientes de que son un regalo gratuito de nuestro Abbá.
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Que saboreemos todo lo bueno que nos traiga cada día, ya sea la comida, las relaciones humanas, el trabajo o el ocio.
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Y todo esto, que puede parecer un ejercicio egoísta, en realidad es un proceso muy sano y eficaz. ¡Si nos llenamos de vida, podemos compartirla! Si la primavera nos conduce a un verano lleno de frutos… ¡Todo irá bien!