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“El hijo de Dios, en su encarnación, nos invitó a la revolución de la ternura” (Evangelii Gaudium 88)
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Llevo todo este tiempo de navidad dándole vueltas una y otra vez a esta frase del papa Francisco, y terminadas ya las vacaciones y de vuelta en la rutina de cada día sigo «meditando en mi interior» sobre esta revolución a la que se nos invita…
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…la «revolución de la ternura», me parece una maravillosa expresión para anunciar el evangelio de este Dios que quiso nacer indefenso, pequeño y débil para mostrarnos el camino de la «verdadera humanidad», de la verdadera vocación a la que somos llamados cada uno.
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Y es que ternura me parece otra de esas palabras claves de las que vamos hablando en estos meses, una actitud fundamental en cualquiera que esté buscando o profundizando en su propia vocación, y una actitud fundamental también en todos aquellos que tenemos como misión o ministerio ayudar a otros a descubrir y crecer en la vocación.
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Pero para tener esta actitud vital que nos impulse a mirar y acoger con ternura a los demás (sea cual sea su condición… o la nuestra) necesitamos previamente haber experimentado nosotros mismos la ternura de Dios. Haber gustado esa experiencia de un Amor que nos envuelve y que nos hace descubrir una nueva manera de ser y de estar en el mundo.
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Un Amor que se revela en la relación de intimidad con Dios, en el dialogo personal con Él, en el deseo de paz y fraternidad que se nos despierta en la oración… y también en la relación con los demás, en los gestos de cercanía y cariño, en el cuidado que ponemos al hacer las cosas, en la acogida de los que llegan a nosotros heridos, cansados, desesperanzados…
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Un Amor que se concreta en sonrisas, caricias, abrazos… un Amor que nos lleva a compartir lo que somos y tenemos… un Amor que a veces se nos olvida y queda enterrado entre las prisas, la rutina o los sinsabores que vamos acumulando, pero que sin embargo anhelamos en lo más profundo de nuestro corazón… «gusté de Ti y ahora te anhelo» que decía S. Agustín y que expresa perfectamente ese deseo íntimo de volver a experimentar el Amor tierno de Dios con cada uno, ese Amor personal, íntimo, sobrecogedor, que es capaz de despertar en nosotros las posibilidades más recónditas de nuestro ser y activarlas para poder amar a otros como nosotros hemos sido Amados.
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Un Amor al que somos llamados si queremos «vivir vocacionalmente», si queremos Amar «con toda nuestra mente, con todas nuestras fuerzas, con todo nuestro corazón»
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Para este mes
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palabras:
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Una «revolución de la ternura»… hecha «desde abajo, desde dentro y desde cerca»… al estilo del Dios de Jesús
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Palabra:
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«Jesús le miró con ternura y le dijo: sólo te falta una cosa: «vete, vende todo lo que tienes y reparte el dinero entre los pobres y tendrás un tesoro en el Cielo. Después ven y sígueme» Mc 10, 21
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- Recuerda de qué manera te has sentido Amado por Dios
- ¿Cuándo te has sentido «mirado con ternura» por Jesús?
- ¿Qué deseos despierta en ti la relación que tienes con Dios?
- ¿A qué te invita el Señor con su mirada?
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