Dios paciente,
enséñame a ser paciente,
a permanecer en calma ante los que me enfurecen,
a ser tolerante con los que me exasperan,
a ser comprensivo con los que me decepcionan.
Ayúdame a permanecer sereno ante la burla,
tranquilo ante la provocación,
dueño de mí mismo en medio de la tormenta.
Y, Dios mío,
enséñame a ser paciente
conmigo mismo.
Dios mío,
No quiero encolerizarme nunca más.
Protégeme de mis propias pasiones.
No dejes que me pierda en la mezquindad
o el resentimiento hacia los demás.
No permitas que dirija mi irritación
contra nada ni nadie,
y, sobre todo,
contra mí mismo.