Error en la base de datos de WordPress: [Table 'wp_8tamd.wp_ppress_meta_data' doesn't exist]SELECT * FROM wp_ppress_meta_data WHERE meta_key = 'content_restrict_data'
Me resulta curioso el término griego que se traduce por «hacer frente» («resistir» en otras traducciones): viene a ser «antisistema». No seas antisistema, no resistas, no hagas frente… al que te «agravia», esto es, al que te «hiere». Actúa al contrario con el contrario.
Eso es fuerte. Cuando estoy bien, puedo ser capaz de «soportar», de «resistir». Pero cuando estoy «herido», «agraviado», no sólo mis capacidades se ven limitadas, sino que dentro de mí hay como una marejada y «las olas anegan mi barca», y me veo que me «hundo». ¿Cómo tener un corazón capaz de vivir esa fortaleza interior que me permita «no hacer frente»? Yo podría pensar en ciertos tipos de autoayuda, que seguramente tengan su utilidad. Pero Jesús no lo ve así. Él me pregunta: «¿Dónde está tu fe?» No creo que me esté diciendo que la fe tenga un efecto mágico que me haga superar mis heridas. Pero ciertamente me está diciendo que la fe tiene un papel importante en esto. «No-resistir» es una cuestión de fe en Jesús. Cuando me lo pide -«yo os digo»- es porque cree que puedo hacerlo.
Puede ser que la fe no se refiera tanto a los efectos de la herida, sino a algo anterior: quizá la fe sí tenga efecto en evitar que me sienta tan herido. Quizá si estoy centrado en mi relación con Jesús, no me centre tanto en aquel que me hiere ni en mí mismo, en mi herida, y sea capaz de una visión del que me «agravia» más parecida a la que el Padre tiene de él.
Hoy voy a ver cómo voy reaccionando, tratando de tener «los ojos fijos en Jesús», verificando el efecto que eso tiene en mí.