Al crear Dios al hombre a su imagen y semejanza, le ordenó que le imitara con su Amor. El Amor es un don de Dios, es la raíz de todos los bienes. Amar a las personas que nos aman, resulta fácil, pero Dios nos pide más, nos pide ensanchar nuestro corazón más allá del círculo de nuestros seres queridos, nos pide amar a nuestros enemigos, los que nos quieren mal, los que nos hacen daño, los que nos hacen sufrir, tal como Él ha hecho con los que le condenaron y lo crucificaron. Este es el verdadero amor, el que no tiene límites. He aquí una Cuaresma más exigente que todos los ayunos y sacrificios. ¿Soy capaz de amar a las personas que no me gustan, las que me causan mal? ¿Tengo a Jesús como mi modelo, mi referencia?
Estamos llamados a ser misericordiosos con los demás como Dios lo ha sido con nosotros.