Si algo caracterizó a Jesús fue su libertad frente al culto y a las normas morales que terminan por ser una carga o un pretexto para caer en el orgullo espiritual. Para unos la ley y los preceptos de la Iglesia son una carga o un producto caduco y para otros es motivo de satisfacción porque les da la aparente seguridad de que se han ganado el cielo por cumplidores. Pero el seguimiento de Jesús no se basa en cumplir requisitos, sino en dejarte seducir por su mensaje. ¿Te seduce Jesús? ¿Lo amas a pesar de tus incorregibles defectos?
Me asombra cada vez más que Jesús se fija en cada uno de nosotros sabiendo que somos pecadores. Me asombra que el Dios que nos presentó Jesús sale corriendo al encuentro de un hijo que se gastó su fortuna con prostitutas y lo abrazó tan contento. Esto no es cuestión de cumplimiento, esto es cuestión de amor. Somos hijos de Dios y eso nadie podrá quitárnoslo. ¿No te asombra a ti también?