Aunque Facebook nos diga lo contrario, tenemos muchos “amigüitos”, pero pocos amigos de verdad… Los incondicionales, aquellos que están ahí y nos sostienen en los peores momentos y con los que también podemos compartir nuestras mayores alegrías, sabiendo que nuestra felicidad es la suya, pueden contarse con los dedos de una mano…
Jesús y sus discípulos, también habrían experimentado la fuerza de la verdadera amistad, de ahí esa invitación a tratar a Dios y con Dios, con total confianza, pidiéndole, sin miedo, lo que brota de lo más profundo de nuestro corazón, esos deseos y anhelos que Él mismo pone en nuestro interior… sin desfallecer, sin perder nunca la esperanza… porque a veces los tiempos de Dios no son los nuestros, pero su Espíritu está con nosotros, por eso quien busca siempre encuentra y quien pide, recibe… Tú simplemente adora y confía…