Si hay algo que Jesús rechaza repetidamente es la hipocresía, las apariencias, los envoltorios; que son, en definitiva, distintas formas de disimular la falta de verdad. Ante eso Jesús no calla, expresa abiertamente su desacuerdo y dice que así no.
De Jesús se dice que es el obediente, el manso y humilde corazón. Y puede ser que nos descoloque verle enfadado y hablando duramente como en el Evangelio de hoy. Sin embargo, no pasar por alto ciertas cosas forma parte de su vivir en obediencia y humildad.
Y si hay algo que duele y daña a las personas es precisamente la hipocresía y el engaño. Podemos percibirlo a nuestro alrededor y a todos los niveles (entre amigos, hermanos, en la Iglesia, en el país, a escala mundial…). Cada vez que impera lo aparente y la imagen, ocultando detrás desigualdades, luchas de poder, desprecio a quienes son más débiles… ¡¿Cómo actuar ante ello?!
Tal vez nos ayude mirar a este Jesús que denuncia. Él va mucho más allá que la simple protesta porque compromete toda su vida a la verdad, hasta la cruz.