Todas las personas ante cualquier dolor, o cualquier pérdida, nos volvemos vulnerables, vacíos, parece que perdemos el sentido de todo. Y podemos tomar dos actitudes, la primera como Marta, el dolor le hace ponerse en camino al encuentro del Señor, pero este impulso al principio fue movido más por su oscuridad que por la Fe de quien era Jesús, al llegar al Él, reclama el que no haya estado para evitar la muerte de su hermano. Jesús calma su ansiedad haciendo comprender que en Él la vida tiene mayor fuerza que la muerte, esto solo lo sabremos si contestamos a la pregunta que Jesús hizo a Marta: ¿Crees esto? … y Marta ante la confrontación de su Fe, pasa de la oscuridad a la esperanza y certeza en Jesús.
Pero también podemos tener otra actitud como María, que aguarda en silencio la llegada de Jesús, esto puede ser cuando no salimos en un impulso hacia Él, ante la dificultad, pero aguardamos su tiempo y su ritmo en nuestra vida, cuando buscamos con mayor paciencia en nosotros el sentido en el dolor. Lo importante no es quedarnos ensimismados, sino que nuestra espera esté cimentada en la confianza que el Señor que es la Vida, la Fuerza, llegará para hacer nuevas todas las cosas.
Cualquiera que sea nuestra actitud, a lo que estamos llamados es a reconocer que por más agudo y profundo sea nuestro dolor o nuestro sin sentido, mayor es la fuerza vital que descubrimos en Jesús… y tú, ¿Crees esto?…