“Cuando estén abatidos, hechos mazamorra, por los suelos… vengan acá que los voy a apapachar”.
“Apapacho” es una palabra de origen indígena náhuatl (México) que la Real Academia Española incorporó y que define como: “Palmadita cariñosa o abrazo”. Proviene del vocablo papachoa, que en su significado original quiere decir “ablandar algo con los dedos” o “dar cariño”. Sin embargo, hay un sentido más profundo que la clase culta de los aztecas le daba: “abrazar o acariciar con el alma”.
Apapachar es dar cariño, amor, apoyo a una persona querida o que tu sientes que lo necesita sinceramente y de la manera más pura. Un apapacho puede ser un abrazo, un beso, una caricia tierna, una acción para curar una herida, o todos ellos juntos.
Un apapacho le da una madre a un hijo que se ha caído de la bicicleta y se ha raspado.
Un apapacho te lo da el amigo cuando tu pareja te ha dejado.
El apapacho puede ser físico, emocional o espiritual. Es un abrazo mucho más cariñoso, más cálido; es alivio, consuelo, ánimo, aliento… amor físico delicadamente comunicado.
Eso es un apapacho, una de las palabras más bellas del castellano.
¡Qué buena falta nos hace más de dos veces un buen apapacho! Y si es del Pastor, mejor.