Para mí, una cosa perfecta es algo que está muy bien hecho, sin ningún fallo. ¿Cómo voy yo a conseguir no tener ningún defecto, con todos los que tengo? ¿Tengo que trabajarme para «ser perfecto»? Me resulta tan agobiante, una empresa tan titánica… El original griego pone «teleioi», y sí, significa «perfecto», pero no, no como yo lo entiendo. También se traduce por «maduro». Eso me enseña qué es ser perfecto en el sentido de alcanzar la plenitud propia; y eso es otra cosa.
Sí, yo sí puedo ir avanzando hacia mi plenitud, mi madurez. Y así, ser «como mi Padre». Es un proceso de ser hijo. De ser como el Hijo, de «tener lo sentimientos de Cristo Jesús», los mismos que su Padre. Es ir dejando esa «persona vieja» del «habéis oído que se dijo», e ir entrando en las entrañas del Padre, guiados por el Hijo, el del «pero yo os digo». En ese «en cambio», está el cambio.
No comprendo bien por qué en mis revisiones no me guío por esos «pero yo os digo», Son los síntomas que tengo que auscultar para ver si evoluciono oportunamente. Mis exámenes se rigen mucho por el «habéis oído», y ahí uno no llega a la meta.
Hoy voy a empezar a hacer el examen del día con el criterio del «pero yo». Me preguntaré: ¿He hecho el bien a los que me han hecho el mal, como hace mi Padre?