Jesús recorría los poblados enseñando y curando porque sentía compasión de las gentes en sus angustias y no hacía las cosas de forma individualista, sino que dice a sus discípulos vayan también ustedes a las ovejas perdidas.
Dios tiene una inmensa compasión del lamento de este mundo, lamento del migrante que no tiene lugar en esta tierra, ovejas sin pastor. El niño que llora el abandono de sus padres, la madre que asume el nuevo hijo sola porque el padre le abandonó antes de nacer.
¿Dónde queda el fruto de un humanismo y no digamos del cristianismo? Las teorías siguen siendo muy altas pero las prácticas quedan a grandes distancias. ¿Cuándo dejaremos de pensar solo en nosotros?
Jesús nuevamente nos envía a expulsar todo mal empezando por nosotros. ¿Cómo manifiesto yo la compasión de Jesús ahí donde se pide más de mi presencia solidaria?
SI antes Él ha tenido compasión de mí, ¿Por qué me resisto a extender el perdón a quien me ha ofendido? Somos enviados a anunciar a Jesucristo no solo con nuestras palabras sino con nuestro testimonio de vida.