Ya Jesús nos recordó, en otra ocasión, que no se puede servir a dos señores o como decía mi abuela, no se puede quedar bien con Dios y con el diablo.
Seguir a Jesús no es cuestión de medias tintas, seguirlo exige ser radicales y seguramente en muchas ocasiones no podamos quedar bien con Él y con alguno de nuestros parientes o amigos.
Jesús nos ha enseñado algo: cuando lo encontramos en el camino y lo seguimos, tenemos la certeza de habernos encontrado a nosotros mismos, y el camino seguro que nos lleva a una vida plena. Si lo ponemos en primer lugar: ¿podemos equivocar el camino?
Demos gracias por esta invitación a seguirlo que nos hace Jesús. Pidámosle ser uno de sus pobrecillos, para que abriéndole nuestro corazón, nuestra vida encuentre todo su sentido.