Jesús hablando en parábolas para que todos puedan entender de qué se trata el reino, lo comparó a un hombre que se marchó lejos, para recibir un gran título, un master, diríamos hoy, pero antes dejó sus bienes bajo la responsabilidad de sus siervos, criados, trabajadores y pide a cada uno que hagan un buen negocio, buen trabajo. Dos hicieron excelente trabajo, lo multiplicaron, pero el tercero perezoso, lo enterró.
Realmente hay personas que le sacan buen partido a sus habilidades, dones, experiencias, son creativos, saben inventar, saben para qué son sus talentos. Aprovechan al cien lo poquito que tienen. Hacen rendir lo recibido. Pero también hay quienes se vuelven perezosos y esconden sus dones. Y pierden el valor del tiempo, la adolescencia, juventud, adultez, ancianidad y no se toman en serio el momento presente.
Se trata de hacer rendir los dones y cualidades que Dios nos regala. Los que cada uno tenga. A veces los que tienen “menos” dones se refugian en eso como excusa. La alegría final va depender de mi aportación. No desaprovechemos las grandes o pequeñas oportunidades que la vida nos regala, no vaya ser que al final nos diga Jesús: Quítenle a éste la onza y dénsela al que tiene diez”. Dios a cada uno nos ha dotado de grandes valores. No lo perdamos de vista. Hagamos crecer nuestros valores, dones, virtudes, capacidades, al servicio de los demás.
Hoy reviso lo que Dios me ha regala y le doy gracias porque estoy muy bien equipado, vida, alegría, esperanza, fe, servicio.