Hay visitas que esperamos y las deseamos porque hay empatía o son agradables. Nos preparamos de antemano a ese encuentro para acogerla y que se sienta bien y sentirnos bien nosotros.
Dicen algunos que Dios guarda silencio… Yo afirmo lo contrario, digo que Dios no calla. Dios, el Dios vivo, el Dios de la historia, el Dios innombrable y completamente enamorado, habla.
La Palabra de Dios sigue viniendo y los que la hemos escuchado alguna vez percibimos que sigue en camino. Él ha sido el primero en tomar la iniciativa y por su amor nos hace hijos suyos. Esta Palabra llama insistentemente y pide ser escuchada, acogida: «Mira, estoy a la puerta y llamo.
Mateo nos comunica que vendrá el Hijo del hombre, pero puede pasar que no estemos atentos a esa llegada, no preparados y a lo mejor, ni lo deseamos. Porque estamos tan absortos en nuestros intereses, distraídos de lo esencial y dejamos pasar esos espacios tan agradables de encuentro profundo con la otra persona.
Ojo no dejes pasar tu vida sin saborearla, gustarla y vivirla a fondo porque como dice el salmo nuestra vida es como una flor que amanece muy preciosa pero a la tarde esta marchita. ¿Y de qué te ha servido tantos afanes?
Mira muy atento en este día ¿qué es lo que centra tu atención? y que te aleja de vivir con calidad cada hora cada encuentro con la gente que a diario miras o visitas. Estad en vela, vigilantes de los gestos y detalles con los otros. Porque es una de las formas muy especiales en la que Jesús se acerca a nuestra vida. Descubre cuál es su forma de pasar por tu vida hoy porque la hora que menos pensemos nos visita el Hijo del Hombre.