Mirar sin ver, oír sin escuchar, no entender con el corazón… nos recuerda Jesús, son modos fallidos (ya probados por muchos) que llevan a una cosecha pobre cuando la promesa era el cien, el sesenta o el treinta.
La tentación de la inadvertencia nos seduce y, a veces, dulzonamente, nos engaña. El “no entender” y dejar pasar; “el “andar sin cuidado” expuestos vanamente por las orillas; el vagabundear por las superficies ¿miedo al profundo? que no permite el arraigar de las raíces, son expresiones de una prometida plenitud espiritual que por “inadvertidos” quizás, nos dejamos robar.
La amorosa atención y el deseo ardiente de Dios, el incesante esfuerzo en obrar lo mejor, el no dejar el alma (mente-cuerpo-corazón) desocupada, inadvertida, el servicio con desinterés, por amor… son rayos de luz para ir adquiriendo “el entendimiento de la Palabra” que nos hará saborear “otros frutos” y producir Reino, al ciento por uno.
Programa para hoy: advierte, confía y agradece.