¿Sabéis la sensación de tener la certeza de que algo es lo correcto? De saberlo, estar seguros. Y entonces se generan dos opciones:
La peor: Aun así, te dejas llevar o dejas que se haga otra cosa… Te rindes.
Creo que después he tenido siempre el peor de los sentimientos: Una mezcla de enfado, desazón y cansancio. Un profundo arrepentimiento y una promesa de que no volvería a dejar que algo así pasara. ¿Recuerdas alguna situación así? ¿Recuerdas ese sentimiento?
La mejor: Esa certeza se ha hecho realidad, el plan se ha llevado a cabo como debía. Y ahora que estoy pensando, no recuerdo ninguna… ¿Será porque eso era lo que debía hacerse y por lo tanto no tiene mayor importancia? ¿Será que en realidad debería ser lo normal y no lo mejor?
¿Y si además eres el único que lo ve así? ¿Y si además va en contra de lo establecido? Creo que el sentimiento de soledad en este caso es máximo. Hay que ser muy valiente para dar un paso adelante y “hacer lo bueno”, como dice Jesús. Se requiere mucho valor y fortaleza.
Quiero pedirle eso a Dios hoy, quiero tener ese valor y esa fortaleza: Ser capaz de hacer lo correcto. Quiero que me dé ese empujón si yo flaqueo. ¿Qué le pides tu hoy?