Qué actual esa discusión de los discípulos ¿Quién es el más importante? La oímos, la decimos, la sentimos, la sufrimos en todos los ambientes: familia, política, trabajo, Iglesia, comunidad… y seguramente, en el fondo, no declararemos nunca que queremos ser los más importantes… por eso me llama la atención en este evangelio que Jesús adivina lo que pensaban los discípulos… quizá no fuera porque tenía el don de adivinación, sino porque nuestras aspiraciones más profundas se traslucen en nuestras actitudes, gestos, palabras, comentarios. ¡no lo podemos evitar! Ya dice el Evangelio en otro momento: de lo que rebosa el corazón habla la boca. Habla la vida.
Jesús nos da el antídoto ante esta aspiración de ser los más importantes: ser pequeños. Esos son los personajes más importantes. Y eso que en tiempos de Jesús los niños no contaban nada absolutamente.
Intentaré hoy caer en la cuenta de las aspiraciones que salen de mi corazón, de mis aires de grandeza. Y me diré a mí misma: mejor que aspires a crecer en pequeñez. Decía Santa Teresita: lo que agrada a Dios de mi pequeña alma es que ame mi pequeñez y mi pobreza. Es posible que eso le agrade porque le permite a Él ejercer como Padre tierno, todo cuidado y misericordia y a nosotros como hijitos suyos.