¡Qué fácil resulta morir de éxito! Y que bien que el evangelio de hoy me recuerde que hasta a Jesús le ocurría.
Qué importante es saber parar a tiempo, y qué importante es aprender a decir que no. Yo llevo toda mi vida con esta lucha. Y en ocasiones no saber hacerlo a tiempo conlleva consecuencias peores que haberme perdido algo o no haber hecho algún favor a alguien. No me resulta nada fácil mantener el equilibrio. Imagino que la gente que nunca dice que sí, también le sirve esta reflexión.
Me tranquiliza ver que la respuesta de Jesús es tan humana, y no creo que sea porque no quisiera curar a más. Pero al hacerse hombre, imagino que aceptaba también nuestra condición: Somos limitados. Y por lo tanto también podemos morir de éxito.
Como decía Octavio Paz: “La mucha luz es como la mucha sombra: no deja ver”
¡Feliz día!