Los evangelios no tienen desperdicio, resulta interesante acoger su mensaje desde la alegoría que nos presenta Juan, pero recordemos que es la comunidad joánica la que habla de Jesús como pastor. Jesús nunca se creyó pastor de nadie, se presentó como el que sirve, como el amigo en una relación de igualdad. Nunca se sintió más que nadie, sino al servicio de todos. Jesús es el modelo de humildad.
Dios no nos pide ser ovejas, sino personas adultas y responsables de nosotros mismos y de los demás. Cuidemos de no ser lobos que oprimen, ni ovejas que se dejan oprimir, ni lo uno ni lo otro viene de Dios. Dar la vida no significa dejarse matar, sino «matarse» por los demás.
Jesús se hizo uno con el Padre y ese estilo de vida nos ofrece a nosotros. Ese potencial está también en cada uno. El teólogo Schillebeeckx dice: «si pudiera quitar de mí lo que hay de mí, quedaría Dios; si pudiera quitar de mí lo que hay de Dios, quedaría nada». Y Marcos Rodríguez dice: si quitara de mí lo que hay de Dios, quedaría nada; si quitara de mí lo que hay de mí, quedaría nada» y concluye «ni yo existo sin Dios, ni Dios puede existir sin mí».
Que su amor nos abrace y nos llene de fuerza para vivir como Dios espera de nosotros.