Error en la base de datos de WordPress: [Table 'wp_8tamd.wp_ppress_meta_data' doesn't exist]SELECT * FROM wp_ppress_meta_data WHERE meta_key = 'content_restrict_data'
Seguro que todos hemos oído ya que el gran pecado español es de la envidia. Me contaron que una vez un rey quiso hacer un regalo a dos caballeros que se llevaban muy mal entre sí. Podían pedir lo que quisieran, con la condición de que aquel que hiciera la petición la recibiría, y el otro, recibiría el doble. ¡Pobres caballeros! Ninguno abría la boca, pensando que el que lo hiciera se podría llevar, por ejemplo, un caballo; pero el otro se llevaría dos. ¡Y eso sí que no! Hasta que a uno de ellos se le ocurrió un regalo y, sin más, exclamó: “Majestad, ya sé lo que quiero: que me saquen un ojo”.
Demasiado cruel para ser cierto, ¿verdad? Sin embargo, en el evangelio de hoy se nos narra algo también demasiado cruel, y sin embargo cierto: Jesús cura la mano seca de un hombre. Quienes lo miran, en lugar de alegrarse por el bien del hombre, porque su vida va a cambiar; y de admirarse del poder de Jesús, y felicitarle por él… En lugar de eso, se llenan de furor y planean cómo actuar contra Jesús. Y todo, porque había hecho el bien en sábado.
Qué pena que fuera así. Pero qué pena que a nosotros a veces nos pueda más la envidia y no seamos capaces de alegrarnos con la felicidad del otro, o hacerlo de boquilla… Ojalá en este día disfrutemos de la alegría de los demás, de que las cosas les vayan bien. Ojalá ver al otro feliz me haga feliz también a mí.