Ayer veíamos que Jesús nos invitaba a estar atentos a los signos de los tiempos. Hoy nos presenta la parábola de la higuera, como una llamada a la fecundidad. Se supone que era tiempo de cosecha cuando el dueño visita su propiedad para recoger el fruto, pero otro año más le defrauda la higuera. Al no encontrar frutos quiere acabar con ella, es lo lógico ¿no? Se ve que es estéril. Pero el viñador que la cuida día a día, confía en la higuera, y por eso solicita más paciencia, ¡no la cortes todavía! Pide una nueva oportunidad, porque quizá aún puede hacer fecundo lo que aparece estéril. Promete además poner todos los medios, Dios pondrá el resto.
Cada uno de nosotros es como esa higuera. También a nosotros Dios nos invita a dar buenos frutos, lo espera de nosotros, porque dar fruto es transmitir vida y llamar a la vida a otros seres. Los frutos son signo de madurez, de una vida fecunda, también en la fe.
Estamos llamados a dar fruto, a dar vida. Eso es la parte que se nos pide. Y en la paciencia de Dios ponemos nuestra confianza. Hoy puede ser ese día de fecundidad. No perdamos la oportunidad. Los santos nos dejan con su vida un ejemplo maravilloso de fecundidad. Hoy celebramos agradecidos el recuerdo de S. Antonio Mª Claret, fecundo en su vida misionera y en la Familia que fundó al servicio de la Palabra que engendra vida.