“Pedid y se os dará, buscad y hallareis, llamad y se os abrirá”. Jesús nos muestra su familiaridad con el Padre, y nos la comparte para que también disfrutemos de esa relación íntima y personal con Él. Jesús nos transmite dos cosas en este texto: la eficacia total de la oración y la ley de la caridad.
Con frecuencia se puede caer en la tentación de desanimarse en la vida de oración porque no vemos los frutos o no se nos concede todo aquello que pedimos. Puede ser que lo que pidamos no sea bueno para nosotros, y como buen Padre Él no nos lo da, porque no nos conviene a nuestra vida, pero nos consuela con su paz y su amor. Lo importante aquí no es la insistencia de la plegaria, sino de la bondad y el amor de quien la otorga. Finalmente, Jesús concluye con la ley que sigue Dios: el Amor. Dios es bueno, Dios es Padre, Dios ama, Dios siempre quiere dar cosas buenas. Cuanto quisierais que os hagan a vosotros los hombres, hacédselo vosotros a ellos, evitaríamos muchos contratiempos. Hagamos un esfuerzo especial estos días de Cuaresma para amar más a todos los hombres a ejemplo e imitación de Jesucristo.