¿Qué me dice este texto a mí, hoy? ¿Me siento invitado a proclamar la grandeza del Señor?
La grandeza del Señor la encuentro en el silencio, en la quietud, en el aire que respiro y en la belleza que observo en el sonreír de un niño, en el caminar de una pareja, en el tañer de las campanas o en el amanecer de un día radiante.
Me siento total y plenamente amado por Dios, confiando en su providencia. Estoy contento de haberla descubierto y vivido. A veces, si pasa algo bueno, hay gente que dice, ¡qué suerte o qué casualidad! y yo les digo: ni una cosa ni otra; es la Providencia que nos cuida y no nos abandona jamás aunque a veces no lo entendamos.