¿Qué soy yo? Me lo pregunto e intento responderme. Es vital tener el máximo de conciencia de ¿qué soy? y ¿Quién soy?
Si no lo sé, ¿qué frutos podré dar? Llegar al núcleo de nuestro Ser a través del silencio, no olvidemos que es un lenguaje de Dios, o a través de la contemplación, del estar con nosotros mismos, sin prisas, sin pensamientos, sin deseos. Estar, simplemente estar. Es bueno que en estos días lo practiquemos en diferentes momentos. Darnos tiempo para la soledad, aunque nunca estemos solos, nos vitalizará. Si somos capaces de hacerlo de forma habitual veremos cambiar nuestras vidas pues el Señor está con nosotros.