¡Feliz día a todos!
En el evangelio de hoy, Juan reconoce y presenta a Jesús como aquel de quien llevaba hablando mucho tiempo.
Podemos imaginarnos la alegría de Juan cuando ve que aquello de lo que hablaba por fin cobra sentido. A mí me pasa en el laboratorio, cuando les cuentas a los compañeros o a los jefes que si hacemos una cosa vamos a obtener un resultado, lo haces y sale todo bien y llegas con tus resultados que cuadran a la perfección. Es esa alegría del trabajo bien hecho, de “la recogida de frutos” que decimos siempre. Es ese sentimiento de agradecimiento por que todo haya salido esperabas. Es como un Reconocimiento Merecido.
El verbo reconocer tiene dos acepciones:
- Distinguir o identificar a una persona o cosa entre varias por una serie de características propias.
- Examinar con cuidado y atención una cosa o a una persona para conocer mejor su estado y formarse un juicio acerca de ella.
Para hoy nos deseo, que seamos capaces de reconocer a Jesús y a Dios no sólo distinguiéndolos en nuestro día a día, si no también examinándonos con cuidado y atención. Y que tal y como dice Juan, aunque no le conozcamos, seamos testimonio de que él es el Hijo de Dios y nos reconozcan como tal.
¡Feliz y Acompasados Domingos!