El administrador de la parábola había abusado de la confianza de su amo subiendo los precios en beneficio propio. Ante las quejas de los clientes y la amenaza de despido, recapacita, aunque sólo sea por conveniencia, y renuncia a su propio beneficio, pidiendo lo justo a los clientes. Ante esta situación, nosotros pensamos que ese administrador, aunque haya cambiado de actitud, no es de fiar. En cambio, para Jesucristo tiene más valor el cambio de comportamiento que el pecado. Por eso nos exhorta a ser sagaces.
Esta cualidad debe ser expresión de la caridad cristiana. La astucia, relacionada siempre con el maligno, significa fingir, mentir, engañar, para lograr lo que queremos. En cambio, la virtud humana de la sagacidad consiste en la habilidad para encontrar los medios justos y más eficaces para alcanzar, en nuestro caso, fe.
Llama la atención ver cómo algunos son muy capaces de obtener lo que se proponen en el ámbito del trabajo, de la familia o con las amistades. En cambio, se comportan con miedo a la hora de hablar de Jesucristo y de su doctrina, o de hacer algo por la construcción de la civilización, de la justicia y del amor cristianos.
¿Es Cristo, de verdad, el valor más importante para ti? ¿Crees que tienes sagacidad a la hora de actuar para crecer como persona cristiana?