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Después del cruel asesinato de su primo, Juan Bautista, Jesús toma una barca y se retira a un lugar solitario. Sin duda alguna su fina sensibilidad le lleva a compartir su honda pena con el Padre, de donde saldrá fortalecido…
Pero le duró poco la tranquilidad. En enseguida, al ver la muchedumbre que lo había seguido, se olvida de sí, siente compasión y cura a los enfermos.
El verbo griego que se refiere a la compasión es muy expresivo: a Jesús “se le hace pedazos el corazón”; y corresponde al verbo hebreo que expresa el amor visceral de la madre.
Esta compasión se hace efectiva en el don del pan. Jesús no despide a la muchedumbre hambrienta, sino que desafía a sus discípulos para que les den ellos de comer… Y ellos responden que sólo tienen cinco panes y dos peces…
Ante los límites humanos, Jesús interviene saciando a todos los que le siguen. Dar de comer es aquí la respuesta de Jesús, de su corazón que se hace pedazos ante una necesidad humana muy concreta. El don del pan no sólo es suficiente para saciar a la multitud, sino que es tan abundante que hay que recoger las sobras.
¿Y a nosotros? ¿Se nos parte el corazón ante tanta situación y necesidad de nuestro mundo? Hoy es un buen día para olvidarnos de nuestras pequeñeces y compartir lo que somos y tenemos con nuestros hermanos y hermanas… Cuando se comparte, todo se multiplica…