En la Palabra regalada hoy podemos notar que Jesús pronuncia un grave juicio: “el que blasfeme contra el Espíritu no será perdonado”. ¿Qué es lo que impulsó a Jesús a proclamar este aviso? Fue la declaración de los escribas, “tenía a Satanás, y por el príncipe de los demonios echaba fuera los demonios”. Los escribas declararon que la obra de Dios era mala. Al hacer esto, ya no reconocen lo bueno, ya no lo valoran, ya no intentan obtenerlo. Al decidir que Cristo es satánico, no se abren a recibir su ayuda y, por lo tanto, no son candidatos para la salvación que ofrece y así nos pasa a diario, reconocemos el mal que podemos estar haciendo, lo aborrecemos, pero aun así seguimos haciéndolo…
Nos podíamos preguntar si nuestras acciones no son blasfemias contra el Reino de Dios y su justicia, si nuestros intereses personales van dirigidos al bienestar de la humanidad o son contante deshumanización que va en contra del Espíritu que genera viva y vida en abundancia… Entonces podemos constatar que nuestra verdad está en hacer la voluntad de Dios que es impulsada por la fuerza del espíritu que reanima, da sabiduría y capacidad para hacer el bien común y buscar la realización de la vida desde Jesús y su Reino.