Al calmar la tempestad y el viento, Jesús nos manifiesta en el evangelio de hoy, que es Dios, nos muestra cómo su poder es más fuerte que una tormenta amenazadora. Que debemos confiar en él, pues aunque en nuestra vida pasemos por situaciones difíciles o turbulentas, debemos saber que, en medios de ellos, el Señor está presente. No debemos sentirnos solos, abandonados, indefensos, porque Jesús es más fuerte que todo lo que nos pueda dañar.
Es él quien nos abre el corazón a la valentía de la fe, porque nosotros sus discípulos, corremos el riesgo de dejarnos paralizar por los miedos del futuro y de buscar seguridades en cosa que pasan, o en modelos de sociedad cerrada que tiende a excluir, más que incluir.
Debemos ser hombres y mujeres de fe en aquel que es nuestro Salvador.