¡Puedo sentirme unida!
Si nosotros queremos experienciar a toda criatura como nuestra hermana, si queremos sentirla unida a nosotros con lazos de cariño -como hacia Francisco de Asís- quizás tengamos que acceder a otras regiones tal vez inexploradas de nuestra interioridad y renovarnos. Son regiones que compartimos todos los seres humanos con independencia de razas, ideologías o religión. Podemos imaginar qué pasaría si en las aulas, ya en edad temprana, desarrolláramos la cualidad de cuidado “desde dentro”. ¡Es posible! ¡Ya estamos en ello! ¿Estás tú dispuesto a hacerlo? Las herramientas que propongo son la práctica de Mindfulness o Atención Plena y de Compasión, entendida esta como un constructo psicológico con una base biológica muy estudiada.
Te invito a una práctica sencilla de compasión. Simplemente tal como estés sentado, cierra los ojos. Haz dos respiraciones lentas y placenteras y al terminarlas, explora cómo te sientes. Pasados unos segundos, continuando en silencio, pronuncia tu nombre –interiormente- como un susurro dulce y delicado. Repítelo serenamente varias veces y explora si se va transformando la expresión de tu rostro. Explora pero sin expectativas, abierto a lo que surja. Para terminar puedes hacer una respiración a modo de suspiro y abrir los ojos. Esta breve y sencilla práctica puedes hacerla con tu familia y si eres educador con tus alumnos. ¡Merece la pena! ¡Lo sé por experiencia!