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Fake me!
? «FAKE ME»: el anuncio de Navidad 2019 de #Campofrío
Aficionarnos a vivir en la mentira va mucho más allá de un spot más o menos inteligente como el último de Campofrío en la Navidad 2019. Lo “fake” (falso) nos rodea y nos habita. Porque también lo hace la verdad y la capacidad libre de elegir cómo vivir.
¡Ojalá el tema de las fake se redujera al mundo periodístico, a la manipulación de los medios o de la política! En absoluto. Y si no, pensemos:
- Te damos la razón en el formato que tú decidas
No siempre la mentira es simple deseo de ocultar la verdad o ganar ilegítimamente alguna que otra batalla. A veces es puro deseo desmesurado por crear cada uno nuestra propia realidad, no para mejorarla sino para hacerla a nuestro gusto: ¡Que nada nos ponga en crisis!, ¡que nada nos obligue a replantearnos nuestras posiciones! Especialmente cuando atender tal realidad nos obligaría a tomar decisiones que nos traerán problemas.
- Escribimos y contamos la realidad a medida de cada persona
No siempre mentimos por maldad o falta de rectitud. A veces mentimos por falta de consciencia, de lucidez personal. Mentimos y nos mentimos. Buscamos alianzas personales, coartadas de vida.
- La realidad te da la razón, pero no te va a dar nada más
El problema es cuando nuestra resistencia a llamar a las cosas por su nombre o a integrar la diversidad legítima en las perspectivas que nos rodean, tiene más peso que cuidar una relación personal, abrirme a la autocrítica o pedir perdón. Reconozcámoslo: nos darán la razón, pero nada más. Porque al darnos la vuelta, esas personas seguirán haciendo y pensando como antes y la realidad seguirá ajena a nuestros propósitos fake.
En el anuncio dicen que más que tener razón, nos gustan las cosas de verdad. Pero si fuera así, no se generarían tantas tramas mentirosas a nuestro alrededor y en nuestro interior. Cada uno elegimos: en la familia, en el trabajo, con los amigos… Eliges fomentar la adulación, rodearte de quien te dice lo que quieres oir y crecer en imagen; pero te empobreces y vas descartando a todos los que te ponen en duda. O eliges dialogar, leer, escuchar y confrontar con alguien distinto a ti. No siempre para cambiar de opinión. Simplemente para asumir la realidad cuando no es como nos gustaría y sobre todo para ejercitarnos en el sano (y evangélico) hábito de no tragar con todo ni a cualquier precio.